Desde hace aproximadamente un mes mi trasteador mediano me declara constantemente lo mucho que me quiere; en forma de poesía, entonando una canción, o con una coreografía de besos. Es muy reconfortante y me sorprende en cualquier lado; en la escuela mientras entra en clase con sus compañeros/as, en casa viendo la tele a solas, comiendo en familia o comprando en el supermercado. Me dice ; -te quiero mucho, te quiero- y coge aire para continuar:- te quiero, te quiero, te quiero- . Mi pequeño me recuerda cada día que me quiere, me abraza y me besa mientras canturrea un te quiero. Me eleva la autoestima y me dice lo importante que soy para él cada instante que se le precie, no tiene vergüenza y muestra sus sentimientos este donde esté. Es puro y noble, a veces un pillín con una sonrisa mágica que te transporta al aquí y ahora. Es una persona llena de un limpio carisma que espero, no pierda en el camino a la sociedad. Un algo que no sabría explicar y que probablemente todas las mamás y papás habrán sentido de sus hijos/as.
Que yo sepa que son lo más importante de mi vida, no significa que ella/os lo sepan. Que me recuerden día tras día lo que me aman transforma el malestar en bienestar, me da seguridad y confianza, me enseña que esas chispas de energía son necesarias para continuar. Si yo las necesito, ella/os en pleno desarrollo e inicio de su existencia la precisan constantemente para poder formar su personalidad con convencimiento y sin perder la espontaneidad que les caracteriza.
La teoría nunca es igual a la práctica, amar no tiene límites y expresar lo que se siente no debe ser jamás un tabú disfrazado de falsa fortaleza. No nos hace más fuertes y ni más débiles, ni a los/as mayores y los/as menores. Decir lo que sentimos para ser libres, para ayudarles a ser libres.
Te quiero mucho, mucho, muchito.